Este 11 de junio, en Mallorca se celebró un emotivo evento: se soltaron al mar 16 tortugas marinas nacidas el pasado verano en la isla. Criadas en condiciones controladas, han sido preparadas para regresar a su entorno natural con mayores posibilidades de supervivencia. El suceso destaca tanto por su componente emocional como por el esfuerzo coordinado de biólogos, rehabilitadores y voluntarios locales.

La liberación forma parte de un proyecto más amplio de conservación, que incluye el «head‑starting»: un programa que cría a las crías durante las primeras etapas, con controles veterinarios, seguimiento biométrico y enriquecimiento ambiental, para asegurar su desarrollo saludable antes de su reintroducción en el mar. Eventos de este tipo, como el celebrado en Dénia por el Día del Océano, demuestran el compromiso creciente de España con la recuperación de especies marinas en peligro.

A nivel mediterráneo, el panorama de las tortugas marinas en 2025 es mixto. Según Oceana, seis especies habitan estas aguas: tres en peligro de extinción (boba, golfina y verde) y tres (lora, carey y laúd) en peligro crítico. Las amenazas son persistentes: la pesca fantasma y los plásticos afectan al 70 % de los ejemplares, según el proyecto europeo Life Oasis. Sin embargo, los esfuerzos de conservación ya muestran resultados alentadores: más del 40 % de las poblaciones marinas se consideran ahora de “bajo riesgo” frente al 23 % en 2011, según la IUCN.

Aunque la recuperación es evidente en algunas zonas, el Mediterráneo sigue siendo uno de los mares más contaminados y vulnerables. Las tortugas marinas representan un termómetro de salud ambiental: su recuperación indica avances, pero aún enfrentan desafíos críticos que requieren colaboración regional y medidas sostenibles.