Quizá el nuestro es uno de los países más desconocidos en el mundo del Eging, sobre todo entre los propios españoles, ya se sabe que nadie es profeta en su propia tierra, aún así España cuenta con algunos de los mejores artesanos del mundo. Con una variedad de precios no demasiado importante, tenemos entre nuestros pescadores una amplia variedad de artesanos, todos ellos de muy alta calidad. Resulta muy interesante preguntarles el motivo por el que realizan ese trabajo, en un mundo como la pesca en el que prevalece la competitividad, descubrimos algo muy importante, todos los artesanos con los que hemos hablado coinciden en el motivo por el que se dedican a este arte: compartir. 

Todo pescador que se precie ha hecho al menos un señuelo en su vida, con más o menos arte, como mínimo ha intentado reparar alguno de entre sus favoritos que con el tiempo ha perdido color o tiene arañazos. Los artesanos van un paso más allá, madera, poliuretano de alta densidad, tela, plomos, ojos, enganches… muchos incluso preparan las agujas una a una, las doblan con cuidado para que no pierdan ni el filo ni la dureza.   

Hacer algo con tus propias manos trae muchas, muchas satisfacciones, compartirlo con otros, obtener no solo la aprobación o el reconocimiento de los demás, la felicidad de ver cómo tu trabajo es apreciado y descubrir esa misma felicidad en los ojos de los que han logrado pescar gracias a “ese arte tuyo”. 

Del Cantábrico a Canarias pasando por las tranquilas y cristalinas aguas del Mediterráneo, la tinta levanta pasiones, la pesca del calamar, la sepia/choco y el pulpo es, sin duda, adictiva. Como el pescador a mosca que prepara sus propios señuelos preocupado de lo que comen sus presas, las truchas, los artesanos, estudian a sus presas, colores más visibles, movimientos más adecuados para levantar el instinto depredador del animal, la forma para facilitar la captura y que no se enroquen, todo esto no se ve en YouTube y se pone uno hacerlo, cada maestro artesano lleva años probando y descubriendo para que a nuestras manos lleguen esos pequeños tesoros. 

En un mercado muy competitivo, donde la fabricación en masa por parte de multinacionales inunda nuestras cajas de señuelos, nos encontramos que una auténtica joya, salida de las manos y la pasión de un artista, con años de experiencia y dedicación puede costarnos menos que el señuelo fabricado en serie. Por una media de 12 euros, podemos ser partícipes del arte, como decía Lola Flores, y el poderío de los artesanos de nuestra tierra, que pescan en nuestras aguas y que conocen mejor que cualquier multinacional lo que les gusta a nuestros calamares. 

Qué increíble esperanza descubrir que en un mundo en el que todo se ve inundado de imitaciones, de ansiedad por lograr capturas, de consumismo rápido y de guerras de precios, alguien en su taller, con su cuchillo y su papel de lija están tallando un pajarito que será único.  Y ésta es la verdadera imagen del ser humano, por eso sabemos que todo saldrá siempre bien, por eso sabemos que avanzamos y que no vamos a devorar nuestro mundo, porque siempre, siempre, hay alguien que, bajo la tenue luz de su taller, con sus herramientas, su música y su cerveza fría, se está poniendo en nuestra piel y está pensando en cómo hacernos felices y ¡tan solo por 12 euros de media!

Jose Antonio Pasarín González
Jose Antonio Pasarín González
Jose Antonio Pasarín González

En Japón se comenzaron a hacer egis hace ya cientos de años, en los últimos cinco la revolución industrial ha llegado a esta pesca y el mercado esta saturado de colores, de formas, de tamaños, pesos, telas, glow, search…  ¡una locura! El mercado está saturado, las estanterías llenas y al final, en la tranquilidad de la noche, cuando nos enfrentamos a la caja de señuelos, ya alguien ha mirado la luna, la corriente, el estado de la marea y nos ha preparado el pajarito perfecto, sí, el pajarito, porque los egis son los japoneses, los de aquí, los que nos hacen nuestros artesanos, con cariño, esfuerzo y mucha dedicación, éstos se llaman pajaritos.

Francisco Fernández