Claves de trazabilidad y consumo en España, porque los pescadores somos los primeros que hemos de mirar y comprobar que no nos engañan ¿Verdad?
El atún enlatado es un producto básico en las despensas españolas, con un consumo medio de 1,95 kg por persona al año y un precio medio de 10,09 €/kg. Pero, ¿sabemos realmente de dónde procede ese filete jugoso que compramos en el súper?







Origen global, fabricación nacional
Según Julio Morón, presidente de OPAGAC y Cepesca, la materia prima del atún enlatado puede provenir de diversos puntos del mundo: “de Ecuador, de África, de Asia… de cualquier sitio”, lamenta en declaraciones a 20 minutos, ante la falta de información clara sobre origen, barco de captura o zonas de precocinado.
En España, sin embargo, la producción en conserva es local: las fábricas nacionales reciben el pescado, lo cocinan, envasan y distribuyen. Según ANFACO-CECOPESCA, la industria conserva su liderazgo en calidad, trazabilidad y seguridad alimentaria, representando el 73 % del volumen de conservas de pescado en España. El país es el principal productor europeo y segundo mundial, solo por detrás de Tailandia.




Certificaciones y percepción del consumidor
Las etiquetas deben indicar método de captura y zona de pesca, pero muchos consumidores no las consideran esclarecedoras. Un 60 % las considera insuficientes, sobre todo en especies como el atún. Según Manuel Antonio Fernández‑Villacañas (EAE Business School), aunque la regulación exige estos datos, los compradores perciben carencias en claridad y exhaustividad.
Muchas marcas y supermercados han apostado por certificaciones como MSC y Dolphin Safe, y ANFACO destaca que la flota española figura entre las más avanzadas en mecanismos de extracción responsable. Sin embargo, el precio sigue siendo el factor decisivo:
un 70 % de los consumidores prioriza el coste de la lata frente a criterios de sostenibilidad.
En resumen
La lata de atún que compras combina capturas globales con procesamiento nacional, bajo controles rigurosos. No obstante, la falta de transparencia sobre el origen exacto del pescado y el peso de los precios en las decisiones de compra ponen en riesgo el impulso del “made in Spain” y hacen necesario seguir fortaleciendo la trazabilidad y el etiquetado en el sector.

