Descubriendo el potencial de la pesca nocturna con artificiales

pesca nocturna

Cuando planeamos una jornada de pesca, no solemos pensar en la pesca nocturna, sino en el periodo diurno, en esas horas que transcurren desde que el sol comienza a iluminar nuestro mundo desde el este, hasta su llegada al oeste, cuando la luz comienza a desvanecerse. El día nos aporta innumerables ventajas para desempeñar nuestra pasión, entre las cuales destacaría que somos capaces de ver lo que tenemos ante nosotros. Otra motivación, seguramente, sea pensar que durante el día la mayoría de las especies se muestran más activas, siendo entonces el mejor momento para pescar. Sin embargo, es cuando el sol se desvanece por el oeste, cuando se abre un universo nuevo de posibilidades, que aunque no sea tan típico de explotar, nos puede otorgar sorpresas realmente maravillosas. 

Generalmente, se ha asociado la pesca nocturna con técnicas como el surfcasting, donde es bien conocido por sus practicantes las posibilidades que otorga la falta de luz a la hora de conseguir trofeos de verdadero renombre, como pudiese ser una gran lubina o una buena corvina. Pero, ¿qué pasaría si les dijese que esto mismo se produce en la pesca con artificiales? No pensemos solamente en el eging, desde el rockfishing hasta el spinning más pesado, la noche puede otorgarnos la oportunidad de hacernos con peces realmente espectaculares, y que es muy probable durante el período diurno nos fuesen imposibles de acometer.

La previa: Qué tener en cuenta antes de acometer la pesca nocturna con artificiales

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La pesca nocturna, como veremos a continuación, posee un potencial abrumador. Sin embargo, es necesario tener muy presente algo que puede resultar obvio, pero que muchas veces puede pasarse por alto: ¡La falta de luz! Ese será, sin duda, nuestro principal hándicap, y el cual será muy importante a la hora de seleccionar nuestra zona de pesca. A la hora de planificar una jornada de pesca nocturna, lo primero que debemos pensar es en la seguridad de la zona donde vamos a disponernos, y es que no seremos capaces, en esas horas de oscuridad, de ver muchos de los peligros que se nos avecinen, como sería una gran ola en un espumero. Es por ello que buscar zonas al abrigo del tiempo como pudiesen ser puertos, ensenadas, espigones o playas son una buenísima opción (aunque tampoco debemos limitarnos a ellos, siempre y cuando conozcamos bien el entorno donde vayamos a estar, teniendo la certeza de que llevarnos un susto con la marea es más bien complicado).  En cualquier caso, una recomendación que se podría hacer es prospectar esa misma zona durante el día, viendo cómo es la topografía de la costa y cómo se comporta la marea en el lugar, para poder estar prevenidos de lo que nos encontraremos en ese punto cuando estemos en plena oscuridad, pudiendo disfrutar de esta maravillosa alternativa con la mayor de las seguridades.

Las capturas objetivo

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Una vez comprobado que el lugar es seguro, otra cosa que debemos preguntarnos es cual será nuestra especie objetivo. Históricamente, la pesca nocturna con artificiales conlleva la búsqueda de cefalópodos, desde los ansiados calamares y sepias desde costa, hasta las potas en alta mar. Pero calamares, sepias y potas no son los únicos depredadores activos durante la noche, y es que un gran número de especies de peces también se muestran implacables ante la falta de luz. 

Para poder hacernos una idea de las especies típicas que podemos encontrar cuando pesquemos de noche, empecemos desde abajo, concretamente con el rockfishing. Esta técnica, con tanto auge en los últimos años, nos puede deparar en el período diurno prácticamente cualquiera de las especies que habite por nuestra zona, desde un pequeño gobio, hasta una cría de medregal. Sin embargo, durante la noche, entran en escena muchos cromos que nos sería imposible conseguir durante el día, y es que aquellos peces que habitan normalmente cuevas u otras cavidades submarinas en ausencia de luz, utilizan la noche precisamente para salir de sus escondites a alimentarse. 

En las Islas Canarias, uno de los ejemplos más llamativos que tenemos son las Catalufas. Hablamos de un pez, no presente en la península, que en los meses de verano, se aproxima a nuestras orillas para desovar, y que conforma un pilón fundamental en lo que pesca nocturna se refiere. Su alta presencia en zonas rocosas provoca un auténtico deleite para el pescador, que se convierte en un verdadero adicto a sus fuertes picadas, sus saltos acrobáticos durante la pelea y la imagen que nos regala un animal tan extraño como enigmático. Sin embargo, no solo las catalufas suponen el total del rockfishing en la oscuridad, y es que durante su búsqueda también podemos vernos las caras con otros peces, también existentes en la península, como pudiesen ser las obladas, alfonsillos, chicharros (jureles), escorporas, burritos, etc. 

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Si hablásemos de peces de mayor talla, seguro que la mayoría de los que están ahora mismo leyendo estas líneas, la primera especie que se les ha venido a la cabeza es la bicuda (espetón), ¿correcto? Esto es algo totalmente comprensible, ya que es seguramente una de las especies más conocidas en este ámbito, y es que la mayoría de los que han probado a echar unos lances en el mar a primera o última hora, con un minnow, se habrán topado alguna vez con las bicudas. Estamos hablando de un pez perfectamente adaptado a la caza nocturna, siendo una clara prueba de ello sus enormes ojos, pero no es la única.

Otro de los grandes baluartes de la pesca nocturna, es el pejerrey o anjova. Aunque normalmente se asocie la búsqueda de esta especie con el periodo diurno, es en a plena oscuridad cuando la misma muestra uno de los picos de actividad más alto. Si conocemos una zona donde las anjovas patrullan durante el día, es una gran idea tratar de tentarlas en plena oscuridad, llevándonos  más de una alegría que ni se nos hubiese pasado por la cabeza.

La pesca a pez visto en la oscuridad: una gran, pero maravillosa, desconocida

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En la pesca nocturna, hay dos opciones a la hora de prospectar una zona que son mis predilectas. La primera, es la pesca a pez visto, algo que en primera instancia nos puede sonar un poco chocante, pero que hay varias formas de enfocarlo, resultando la mar de efectivas. Si visitamos en plena noche un puerto, o una zona en la cual haya iluminación artificial, será muy probable que encontremos la presencia de peces de reducida talla tratando de refugiarse de los depredadores en estas zonas iluminadas, que aportan una falsa sensación de seguridad. Falsa, porque detrás de estos minitallas, es muy habitual encontrar otras especies de mayor tamaño cebándose sobre ellas. Algunas especies que podrían servir de ejemplo para lo citado anteriormente serían las lubinas, los chicharros (jureles y jurelas), las caballas, etc.

Todos estos peces, son más que habituales  encontrarlos predando en estas zonas iluminadas, y es que si localizamos una zona con estas propiedades, y con sigilo disponemos nuestras muestras en ese lugar, será más que factible llevarnos alguna buena sorpresa. Un buen truco para estos lugares es optar por la finura y por artificiales muy pequeños, y es que recordemos que estos peces, en su mayoría, se están alimentando de crías (por tanto presentar algo lo más similar posible a lo que esperan encontrar bajo los focos, resultará la mar de acertado).

La otra alternativa, para la pesca a pez visto en oscuridad, es la búsqueda de las catalufas. Las catalufas, sumado a lo que mencionamos anteriormente, tienen como grandísima particularidad el que sus ojos reflejen la luz emitida por nuestros frontales. Por tanto, si alumbramos al mar en presencia de catalufas, podremos vislumbrar su presencia en forma de esferas rojizas/naranjas que flotan bajo la superficie del mar, siendo esto resultado de la reflexión de nuestras luces en la estructura encargada de aumentar la visión de estos animales en la oscuridad: el “tapetum lucidum”.

Esta membrana se encarga de maximizar cualquier tipo de haz de luz, por eso cuando lo alumbramos directamente, se satura y desprende ese característico color rojizo/naranja. Sin embargo, por lo mencionado previamente, las catalufas se asustan rápidamente con la luz, por ello será de vital importancia el tener mucho cuidado cuando vayamos a prospectar una zona que este en plena oscuridad, alumbrando lo menos posible al mar, de tal forma que con una leve ráfaga localicemos su presencia para realizar un lance certero en su trayectoria (al más puro estilo barbo) y esperar como respuesta su potente picada al vinilo. 

Poppers en plena oscuridad: el gran descubrimiento

Si hace tan solo 3 o 4 años, me hubiesen dicho que planearía minuciosamente jornadas de pesca nocturnas, para pescar únicamente con poppers… ¡Me hubiese reído sin dudarlo! Sin embargo, a día de hoy, es probablemente una de las cosas que más práctico y adoro hacer dentro del spinning.  Aún recuerdo, la primera vez que logré sacar un buen pez a superficie, en plena noche. En aquel entonces, se trató de un fabuloso sierra, que hizo explotar la superficie y engulló mi popper en una lluviosa noche de diciembre, donde nos habíamos aventurado en el pesquero antes de tiempo. Nunca olvidaré como, en el silencio de la noche, escuche los ataques repetidos de un grupo de sierras a mi popper, y cómo a menos de 10 m de las piedras, tuve aquella maravillosa clavada. 

A raíz de ese momento empecé a intentarlo más veces, tratando de estirar los amaneceres llegando antes al pesquero o los anocheceres retornando al hogar aún más tarde. Es una sensación, que me es muy difícil de explicar, pero la cual considero como de las mejores que me puede deparar a día de hoy la pesca: 

“Estar en plena oscuridad, dando fuertes poppeadas, notando cuando el popper trabaja. Cómo para, y vuelve a emitir ese túnel de burbujas. Estar en la pausa entre cada golpe de puntera y notar que el hilo destensado se pone al instante tenso como una cuerda de piano, para acto seguido clavar y empezar a oír como tu carrete emana metros y metros de hilo. Vivir la incertidumbre de que estará al otro lado, hasta que lo ves brillar en el agua bajo tus pies. Esta sensación, si la llegas a vivir, te marca para toda la vida”.

Un breve resumen

Para poner el broche de oro a este artículo, podríamos recapitular los apartados más importantes sobre la pesca nocturna. Debemos tener mucho cuidado a la hora de decidir el lugar de pesca, sabiendo que no correremos ningún peligro o, al menos, sabremos cómo estar prevenidos.

La pesca nocturna puede afrontarse en innumerables escenarios, y con diversas técnicas, desde el rockfishing al spinning pesado, siendo dos grandes desconocidas, pero a la vez muy efectivas, la pesca a pez visto y superficie. Y por último, nunca desechemos la oportunidad de probar y vivir nuevas experiencias dentro de la pesca, saliendo de nuestra zona de confort y arriesgándonos a vivir nuevas aventuras, que quizás, nos depare momentos realmente inolvidables. 

Antonio Lebrancho.