Es más fácil caminar colina abajo que colina arriba, pero las vistas se ven desde lo alto.
El Eging es una de las aficiones en el mundo de la pesca recreativa que más adeptos está enganchando, sobre todo en los últimos 6 años. Las redes sociales son las “culpables” del éxito de esta modalidad, que se expande tan rápido como una plaga de zombis en una película americana. En los cientos de grupos de eging que encontramos en las redes sociales se pueden ver fantásticas y numerosas capturas de estos cefalópodos tan singulares y, como no, miles de publicaciones de señuelos milagrosos que pescan calamares sin importar si el pescador es novato o un experto. Esos milagrosos señuelos pescan sí o sí…
Menuda introducción, ¿verdad? Pues quiero hablaros de lo que fuimos como pescadores recreativos y en lo que nos hemos convertido a día de hoy, y me incluyo porque caballeros, yo también pequé alguna vez al comprar un señuelo egi que muchos decían que pescaba muchos calamares. Los que somos de la vieja escuela, ¿recordáis cómo eran los señuelos que utilizábamos al comienzo del eging en España? ¿recordáis las horas que nos pasábamos pescando sin captura alguna mientras el de al lado con el mismo señuelo no paraba de sacar calamares? Cierto es que hace más de 12 años no había tal cantidad de señuelos y diferentes marcas como tenemos hoy en día, ni materiales específicos para atraer la atención del calamar y facilitar su posible captura. Algún modelo tenía glow, pero los demás eran sin glow y algún señuelo de las tiendas chinas que emitía destellos de luz al entrar en contacto con el agua. Eran tiempos donde la paciencia y la dedicación hacían al pescador, paciencia para aprender cómo mover el señuelo y dedicación para perfeccionar la técnica y conocimiento del medio donde se envolvían los calamares. Nos guiábamos por el color del señuelo del que conseguía la primera captura. Así que tras escuchar a los sifones laterales del calamar suflar esa combinación de aire y sustancia con melanina, siempre se podía escuchar al compañero de al lado preguntar “¿qué color estás utilizando?”. Era una época donde la técnica era lo más importante a la hora de pescar calamares.
Hoy en día parece que la técnica es lo de menos y los señuelos son los que van a hacer el trabajo por nosotros, vamos, que el señuelo es un pescador de calamares nato. Y basta pasearse por las redes sociales para leer comentarios que se repiten una y otra vez. Comentarios como:
“Este señuelo es muy pescador” o “este señuelo no pesca nada”.
Comentarios que desde mi punto de vista son erróneos. El señuelo no es el culpable de que tú pesques o no pesques calamares. El único culpable de la derrota o victoria es el propio pescador.
Gracias a los grandes avances tecnológicos que las mejores empresas de eging utilizan y aplican a sus señuelos, el pescador recreativo acaba comprándose esos señuelos técnicamente perfectos y confiando plenamente en su acción y su fin, que es el de “pescar calamares”. Los susurros del marketing mediante visiones de tremendas capturas, nos hace olvidar la esencia de la pesca, convirtiéndonos en personas que simplemente compramos señuelos porque nos parecen una pasada e impacientes con el único objetivo de pescar calamares de la manera más sencilla y fácil. Eso si, que nos digan dónde hay calamares y nos molestaremos si nadie nos quiere decir uno de sus sitios secretos, en vez de ir a probar nuevas zonas y experimentar por nuestra cuenta o con un compañero de pesca.
El eging no es sólo la pesca de calamares, el eging lleva mucho trabajo detrás de cada captura y eso es lo hermoso de la pesca de calamares. El ir a descubrir nuevas zonas, el estar tardes o noches lanzando y lanzando sin conseguir captura alguna, probando de atacar diferentes profundidades, diferentes velocidades de recogida y diferentes colores hasta que… consigues tan preciada pieza. Y digo preciada porque tras un esfuerzo, pescar un calamar pasa a ser una preciada pieza mientras si no existe esfuerzo o dedicación, el calamar pasa a ser una mera captura.
No me mal interpreten, un señuelo de eging con sus novedosas tecnologías implantadas en su cuerpo, color y telas, por supuesto que llamará la atención del calamar. Llamarán la atención y nada más, porque si no sabes mover bien el señuelo, los calamares acabarán atacando al señuelo de tu compañero. Nos estamos acomodando a la hora de pescar, lo queremos todo ya hecho y no queremos perder tiempo en busca de esos divertidos cefalópodos y mucho menos perder tiempo en aprender una técnica y dedicar tiempo a perfeccionarla. Solo buscamos lanzar y pescar. Es más fácil caminar colina abajo que colina arriba, pero las vistas se ven desde lo alto.
Queridos compañeros de afición. La caña y el carrete para nosotros, los pescadores recreativos, son como la pluma y el papel para el poeta. La técnica del eging es la escritura y cuanta más dedicación demos a la técnica, mejor saldrán las poesías. Obvio es que la calidad de un señuelo unido a los avances tecnológicos, ayudan, pero vosotros, con vuestro arte a la hora de mover el señuelo, sois los verdaderos pescadores de calamares. Dejar de ser impacientes, dejar de intentar descifrar dónde se han sacado las imágenes donde aparecen los calamares que suben en las redes sociales. Busquen lugares nuevos, pequeños sitios sin luz con fondo rocoso o con alguna alga, investiguen durante el día y prueben por la noche. Pero si van a un sitio nuevo y no pescan nada, no se preocupen y vuelvan al día siguiente porque el calamar está ahí. Sean aventureros y disfruten del eging, disfruten de la pesca y del aprendizaje sea cual sea su nivel porque, incluso los que pensamos que somos expertos, siempre aprendemos algo incluso del más novato.
Román Gancedo