Juan Vazquez Platas es un joven artesano gallego con un especial arte para hacer señuelos, en concreto peces. Le conocimos recientemente y si bien él diseña sus señuelos para la pesca de “trofeos” en agua dulce, nosotros los hemos probado en agua salada.  

Lo primero es darse cuenta de que no compras algo y ya está. Cuando uno compra un señuelo, elige si es flotante o si es de hundimiento más o menos rápido, o no, porque no todos los señuelos te permiten elegirlo, es más, muchos sí, pero no llegan a nuestro mercado en la versión que nosotros querríamos, entonces nos vemos “obligados” a pescar con lo que las grandes marcas “nos dejan” y que además han diseñado para otras aguas y lo más importante, para otros peces. 

Con los artesanos no sucede esto, uno puede pedirles lo que quiere, que navegue a tanta profundidad, no hay problema, ellos colocan el babero con el ángulo y la forma adecuada para que navegue a esa profundidad, que quieres hacer una parada y baje despacio haciendo rolling, o al contrario, que al parar suba despacio… que tenga estos o aquellos colores. Y cómo no, también puedes escoger alguno de los que ya han hecho ellos según las tendencias o características más demandadas.

La artesanía en los señuelos es un mundo que aún no se ha explorado muy bien por el, cada día más pequeño y empobrecido, “Gran Mercado” de la pesca. Estamos atontados por internet, compramos lo que nos meten por los ojos en vídeos de Youtube, aunque detrás de lo que veamos haya semanas de preparación y mil trucos para, al final, mostrarnos cómo clavar un pez. Y es que compramos más marketing que artículos de pesca. 

Y aquí es donde se han hecho su espacio los artesanos, porque ellos no fabrican pijadas ni le ponen una capa de marketing ni nos engañan. Los artesanos fabrican para ellos mismos y luego su compañero cuando ve el resultado le dice, eh, hazme uno… y el boca a boca va trasladando las bondades de esas manos artesanas hasta lograr que cualquier pescador pueda elegir, entre el clon de un gran modelo fabricado en serie para pescar algún extraño pez a más de 5000 kilómetros o también sus infinitas imitaciones con variaciones mínimas o, incluso, pararse un momento y pensar “qué necesito”: un pez blanco, porque me gusta pescar por la noche, con marcas amarillas y un Glow muy muy suave.

Quizá un pez negro con un toque naranja que profundice bastante y que con el movimiento se asemeje a un joven de mero o de abade, que pueda traer lineal y pararlo donde quiera dejando que profundice despacio. A los depredadores les excita que su presa se “comporte” de una forma determinada, pero también hemos de cuidar a qué profundidad se la presentamos, que colores le ofrecemos y cómo no, qué formas. Juan Vazquez, al igual que un buen número de artesanos de la pesca, es quien puede conseguir que ese señuelo con el que tantas veces has soñado, se haga realidad.  

Nosotros hemos probado varios y estamos encantados. Pero, recuerda, el límite lo ponen tus peces y sus necesidades.