Estoy sentado delante del ordenador, como otras muchas veces, con la intención de escribir un artículo sobre pesca. Confieso que cada vez me cuesta más decidir la temática. Voy viendo la evolución de la pesca, además de su interacción con las redes sociales y descubro que me siento mucho más responsable a la hora de reflejar algo en negro sobre blanco y no me conformo con cualquier cosa.
Hace años me resultaba mucho más sencillo; tenía una visión mucho más simplificada de las cosas y de la pesca. El esquema en una publicación era muy claro: una introducción histórica, un poco de su biología, comportamiento de los peces, técnicas para pescarlos, alguna pincelada sobre su cuidado…
Pero pasa el tiempo y cada vez entiendo más la importancia de imprimir un cambio de dirección de los mensajes que uno envía a través de sus palabras, independientemente de dónde sean publicadas. Si antes me parecía interesante añadir a las estrategias de pesca un mensaje de sensibilización, ahora me parece absolutamente necesario, tanto, que se han convertido para mí en conceptos indivisibles. El crudo «panorama» lo requiere.
El pescador tradicional ha sido un mero espectador de lo que acontecía en las orillas de nuestros ríos y mares. Ahora, además, se ha convertido en pieza clave en el ecosistema acuático, siendo testigo y, en algunos casos, ejecutor de los cambios más importantes que han sufrido nuestras aguas en los últimos años. Probablemente alguien se pueda sentir un poco ofendido al leer esto, pero mi convicción es firme y clara al respecto.
Los pescadores modernos tenemos en nuestras manos una responsabilidad ineludible y a la vez una gran oportunidad. No se trata de que carguemos con una losa insoportable que nos aleje del disfrute de la pesca, como hasta ahora la habíamos concebido. No es eso. Se trata de que con pequeños e inteligentes actos, asumidos e interiorizados, hagamos que nuestra actividad favorita camine hacia la sostenibilidad, tan necesaria como ciertamente lejana.
Vale, hasta aquí bien, pero ¿qué podemos hacer? Ésta es la madre del cordero.
La pesca es una actividad multidisciplinar que engloba numerosas facetas, desarrolladas en entornos muy dispares. Por desgracia no hay un dogma al que nos podamos aferrar todos, ni verdades absolutas sobre el que sustentarlo. Todo es tremendamente complejo y relativo. Lo que es correcto en una zona, en otra es una aberración. Lo que beneficia a una especie, puede perjudicar a otras, y así nos podríamos pasar horas.
Al final no hay una regla matemática que podamos aplicar para seguir manteniendo la pesca y que nuestros hijos puedan recibir un legado lo más parecido al que recibimos nosotros en su momento. Si fuera tan fácil… Ante este dilema muchos tiran la toalla, limitándose a seguir pescando sin complicaciones, como hasta ahora lo habían hecho.
«Yo sólo pretendo disfrutar pescando, así que no me compliques la vida» es su justificación, tan respetable como lícita. Las aberraciones de la pesca comercial y la mala gestión de la administración en general son el parapeto perfecto para no mover un dedo y dejar que todo discurra por la vía muerta de la pérdida de biodiversidad que estamos padeciendo.
El contrapunto sería aquel pescador que, ante algo que considera perjudicial para el medio, lucha por cambiar las cosas, denunciando delitos ante las autoridades, participando en actividades para mejora del medio natural, publicando contenidos incómodos e impopulares en las redes sociales que le generan muchos conflictos y muy pocos likes, etc. En definitiva, el pescador activista desarrolla una ardua tarea, llena de sinsabores, decepciones y frustraciones en pro de un ideal. Pero a un ciudadano de a pie ¿esto le compensa? A la inmensa mayoría de nosotros desde luego que no. No disponemos ni del tiempo ni de las energías suficientes.
¿Pero adónde quiero llegar al describir estos dos perfiles tan opuestos?
Mi intención es hacer hincapié en la necesidad de ubicarnos en un punto intermedio, equidistante entre las dos posturas. En una actitud que nos permita disfrutar de la pesca, como siempre lo hemos hecho y a la vez tomar decisiones sencillas (pero inteligentes) que tengan consecuencias positivas en el medio en el que desempeñamos nuestra actividad.
Tenemos oportunidades constantemente para cambiar un poco las cosas, sin grandes esfuerzos, sin hacer ruido, con naturalidad. Considero que el colectivo de pescadores requiere una regeneración en ese sentido, un pequeño cambio de dirección. Deberíamos ser un poquito activistas e intentar aportar algo positivo al mundo, nuestro mundo, el que vamos a dejar a nuestros hijos. Supondría una regeneración interna necesaria de nuestro colectivo, que además nos otorgaría una imagen más seria y responsable frente a la administración y a otros colectivos absolutamente ajenos y contrarios a la pesca deportiva.
Suena interesante ¿verdad?
Todos y cada uno de nosotros podemos hacer algo para avanzar en este sentido. Pero para que nuestras decisiones afecten positivamente a los ecosistemas, a las especies y en definitiva, a la sostenibilidad de nuestro ejercicio como pescadores, debemos FORMARNOS.
Es absolutamente necesario que cualquier persona que lleve una caña en la mano conozca mínimamente el funcionamiento del medio en el que desarrollará su actividad. No estoy hablando solo de que sepa los momentos del año en que un pez es más querencioso que otro, o las técnicas más efectivas para pescarlos. Hablo de que tengamos una visión más global de lo que sucede delante nuestro. Hablo de conocer, aunque sea a grandes rasgos, los ciclos de las distintas especies y su interacción entre ellas y con el medio en el que viven.
Sólo culturizándonos un poco sabremos en qué lugar encajaremos nosotros como una pieza más de este complejo rompecabezas.
Una buena formación no sólo nos llevará a poder pescar mejor, sino a hacerlo de manera más sostenible, inocua y responsable. Un pescador que tiene una visión global acertada será capaz de autorregular su actividad, sin dejarse llevar ni las prisas, ni por el estrés de los tiempos que corren.
Todos podemos avanzar un poco en este sentido. Es solo cuestión de informarnos a través de las fuentes correctas. Por suerte, hoy en día existen cientos de publicaciones que nos aportarán un conocimiento más global del medio en el que desempeñamos nuestra actividad.
Mientras, sigo aquí sentado delante del ordenador, como otras muchas veces, con la intención de escribir un artículo sobre pesca que además aporte algo que haga que mañana, el mundo de la pesca, mi mundo, sea un poquito mejor. Es una obligación moral y una gran oportunidad que no voy a desaprovechar.
Luis Guerrero