Imaginaros una anjova, tallahams, pejerrei, un pomatomus saltatrix, en agua dulce, con la boca sin esas cuchillas afiladas, pero con la misma, o más, potencia, de unas libreas brutales, estacional e igual de saltador, en plena corriente principal de un buen río, que aún desemboque en el mar sin demasiados obstáculos y, ¿qué tenéis? ¡Una saboga! 

Para empezar, un poco de confusión 

¿Sabogas o sábalos o, incluso, un híbrido de éstos?

Son dos especies muy parecidas que pueden hibridar. De hecho, forman el género ALOSA, siendo la alosa alosa el sábalo, y la alosa fallax nuestra saboga.

Compartiendo incluso las mismas aguas, siendo los sábalos quienes más se adentran en agua dulce, se diferencian entre sí por el número de branquiespinas en el primer arco branquial, teniendo la saboga la mitad que el sábalo, y por el tamaño que alcanzan los adultos (el sábalo entre 40 y 85 centímetros,  mientras la saboga solo 25-45 cm).

A simple vista, los distinguiremos por las manchas negras en los dorsos, muy marcadas en sabogas y poco o nada distinguibles en sábalos.

¡Y vamos al lío! 

Su pesca a caña con señuelos artificiales

Lo primero, y en esta especie sí o sí, pues está en peligro de extinción y por tanto PROTEGIDA, su captura y suelta es obligatoria.

Equipos

A pesar de su potencia y lucha, por sus tallas máximas, no es necesario llevar equipos ni pesados ni siquiera medios, pues un carrete entre 1000 y 2500 será suficiente y una caña de acción entre los 5 y los 20 gramos hará que disfrutemos a tope de estos misiles de río.

En las imágenes, usamos esos equipos disfrutando al máximo estos peces sin alargar innecesariamente su combate, aspecto muy importante, pues son muy combativos y llegan exhaustos a nuestros salabres.

Trenzado y bajo

Los complementaremos con trenzados finos, no más allá de los 0.12 o 0.14, con bajos eso sí un poco más potentes, que no bajen de los 0.20 milímetros. 

A pesar de no tener dientes que hagan peligrar nuestros bajos, habitan en zonas de algas y coberturas sumergidas, incluyendo tramos de río con algo de roca y graba que podrían provocar roces y hacernos perder capturas y señuelos. Hablemos un poco de estos últimos.

Señuelos

“A señuelo grande, pez grande”, no se cumple con estos tarpones de río. Poseen una buena boca, que haría pensar en poder utilizar señuelos de gran tamaño pero, al contrario, prefieren, y solo toman con decisión, pequeños jigs y minnows de no mucho más de 5 centímetros. 

Veremos en las jornadas que les dediquemos, ataques a superficie, sin conseguir en ninguna de las muchas horas dedicadas a estos acróbatas, ¡ni una sola picada a top wáter! . 

Nuestra experiencia os aconseja usar pequeños paseantes hundidos, minnows e incluso jigs, todos ellos en tamaños muy reducidos, con anzuelos simples muy afilados y minimizar el uso de poteras. Su boca y su alimentación lo requieren. Comen pequeño y tienen boca y paladar durísimos que harán desquiciar a más de uno por las constantes “desclavadas” que protagonizan.

Sí, observamos una clara predilección a los jigs tipo microjigs X-Way Drop de hasta 10 gramos, siendo muy efectivos los de 5 y los de 7 gramos. 

Los peces de mayor tamaño, en más de una y más de dos jornadas, mostraron absoluta predilección por los Duel hardcore minnow LG (Light Game); pequeños minnows de tan solo 5 centímetros y 9 gramos de peso, siendo su favorito claramente el modelo 50S.

Todo esto, nos lleva a dedicar a unas líneas a cómo mover estos señuelos para provocar la picada seca, dura y en muchas ocasiones desesperante, pues se desclavan con tremenda facilidad que es, sin duda, el mayor atractivo de su pesca. Relación tamaño/peso respecto a la potencia de su lucha y muy especialmente de su picada, provocan altas dosis de adicción.

Técnicas 

Buscaremos zonas en el río donde claramente tengamos mínimo, una corriente principal, pues será esta su apostadero y coto de caza de sus presas predilecto. 

Lanzaremos nuestros engaños pasada o pasadas las corrientes procurando en recogidas lentas, sin necesidad de jerks ni cambios de velocidad, provocar la picada de estos peleones saltarines.

A modo de sugerencia, que al menos a nosotros nos funcionó y fue determinante, comentaros que prefieren de ese tipo de recogidas nada “técnicas” con la puntera en alto y haciendo recorrer las capas más cercanas a la superficie del agua sin que nuestro señuelo llegue a salir de ella. ¡Letal!

Tanto jigs como minnows, especialmente estos últimos, sí presentan un buen agarre en agua, con mucho rolling incluso en recogida lineal (movimiento de balanceo del señuelo, alrededor de su eje longitudinal, mediante el cual enseña los flancos y crea una acción muy atrayente para los depredadores), nos darán unas jornadas y resultados de ensueño.

Como en tantas otras especies y disciplinas, ya podemos llevar lo mejor de lo mejor que, si no están, o están por otras labores no picarán.

Hablemos un poco de localización y mejor época para pasar una jornada inolvidable.

Localización

Creedme que este punto junto al siguiente, han sido de lejos, los responsables de protagonizar nuestras más de 20 “porras” tras estos endiablados plateados. Unas veces aún no habían llegado, otras muchas se habían ido o, simplemente, ya estaban en sus quehaceres reproductivos.

Tan importante es conocer a este pez y sus costumbres migratorias del lugar, como el propio lugar. Como indicábamos al principio del artículo, a la hora de alimentarse, estos voraces peces se situarán en zonas de fuerte corriente, aprovechando su gran natación y potencia para dar caza a pequeñas presas, sobretodo pequeños peces, ofreciendo un espectáculo visual de carreras y ataques en superficie.

Nada más gratificante que encontrarlas y poder, no solo disfrutar de sus cacerías, sino disfrutar de estar en el sitio y momento indicados.

Temperatura del río y del mar, crecidas, lluvias, calidad y cantidad de agua son factores que harán que adelanten su migración por el río o por el contrario la atrasen. 

Si, como en nuestro caso, debéis desplazaros para su pesca, no dediquéis una jornada de un solo día a ellas, pues tenéis muchas, muchísimas posibilidades de no encontrarlas.

Hablemos de época de pesca pues.

Época de pesca

Con todo lo anteriormente descrito, en líneas generales, buscaremos a nuestra saboga a mediados de primavera, haciendo aparición con pocas o casi nulas ganas de tomar nuestros señuelos, en desembocaduras y tramos finales del río. Siendo contra más cercana a sus zonas de puestas, más activas sus picadas. 

La experiencia y conocimiento del entorno os darán la información necesaria, además de su pesca accidental buscando otras especies, de la subida de la saboga por el curso fluvial, así como sus marcadísimos y breves momentos de actividad voraz.

Solo nos queda recordar en estas últimas líneas la necesidad de cuidar al máximo estos deportivos peces que, por si fuera poco lo descrito, están protegidos.

Buenas pescas y mejores sueltas.

Joan Torre