Suso Vilar y el arte del bambú

Suso Vilar

Este gallego, de la reserva del 68, tenía que salir bueno.

Su padre, como pescador, y su abuelo, como carpintero, marcaron las aficiones de este polifacético pescador y artesano, ya que lo podemos encontrar tanto pegándole a la seca en su querido Anllóns como encima de un escenario tocando la guitarra a golpe de rock and roll.

La verdadera pasión por la pesca a mosca la desata, como a muchos tantos otros, “El río de la vida”. A raíz de su entrada en el mundillo, descubre las cañas de bambú. Sus primeras fuentes de documentación las encontró en Trofeo Pesca y lo poco que se podía ver de aquella en algunos portales especializados en Internet.

Sus primeras cañas fueron con bambú nacional y con herramientas construidas por él mismo. Trabaja sus primeros blanks de bambú, aunque muy lejos de lo que pretendía hacer ya que la escasez de materiales para su correcto montaje en España (bambú de Tonkin, virolas, etc.) hacían muy difícil alcanzar la calidad mínima exigida para su correcto acabado y la acción de pesca deseada.

El Gran Emilio

Es en este momento de su vida cuando se cruza con el que es su maestro, “El Gran Emilio”, un asturiano que con una técnica muy depurada en la materia, que fue guiándolo hasta conseguir unos resultados mucho más avanzados.
Fruto de su aplicado aprendizaje, empiezan a salir de su taller de A Laracha las primeras cañas de pesca de bambú “Made in Galicia”.

Suso Vilar

Siguiendo los pasos de su maestro, que inserta en cada caña una frase de “Amanece que no es poco”, a Suso se le ocurrió que para sus galaicas lo más apropiado era insertar, como así hace siempre, un verso de Eduardo Pondal extraído de la letra del Himno Galego.

Su participación en numerosos talleres y obradoiros de señuelos, artículos y complementos de pesca le ha reportado una notable notoriedad hasta el punto de haber recibido la Carta de Artesán de la Xunta de Galicia, privilegio sólo al alcance de la élite del montaje. Las cañas de Susiño, ahora llevan también la marca de calidad “Artesanía de Galicia”.

La exquisitez de sus creaciones y las cuantiosas horas de trabajo empleadas en cada una de ellas le han limitado la producción por lo que las adquiridas son joyas de coleccionismo.

En el mundillo de la pesca del noroeste español, Suso es un personaje muy conocido y querido, y sus múltiples quehaceres no le impiden ostentar la presidencia del Club Fario-A Laracha llevando a cabo numerosas iniciativas a lo largo del año como talleres de montaje, jornadas de limpieza, formación de jóvenes pescadores, etc.

Su estudio, la añeja carpintería de su abuelo, tiene el encanto de todo aquello que huye de sofisticaciones y orden extremo. El olor a madera se mezcla con los de barnices, colas y pegamentos, y el ordenado desorden presente te lleva a pensar que muchos genios también trabajaron en circunstancias semejantes pero con la intimidad que toda creación artística requiere.

Aprendió de su abuelo a acariciar la madera y su padre le transmitió el amor por la pesca y la naturaleza por ello no reniega de sus orígenes y aprovecha cada oportunidad que se le presenta para ampliar su formación y conocimientos.

El bambú cobra vida en las manos de Susiño, un artesano a la vieja usanza para la actualidad del bambú en la pesca a mosca.

Cadena de montaje

El primer paso es cortar el culm de bambú para crear las tiras que después de cepilladas darán forma al blank de la futura caña.

Tras la eliminación de los nudos del bambú, procede al cepillado de las varillas. Lo hace dándoles una forma triangular, con el fin de que las seis necesarias para crear un blank, formen un hexágono perfecto.

Las barras de hierro macizo tienen, en su unión, forma triangular, las que mediante unos tornillos que sirven para separarlas y juntarlas le permite darle a la caña la acción elegida.

Pegado y atado de las varillas

Una vez preparadas las seis varillas resultantes para uno de los tramos de la caña, los pega y los ata de manera que la presión del atado se efectúe lo más uniforme posible a lo largo de todo el tramo. Es imprescindible utilizar un atador mecánico.

Transcurridas veinticuatro horas procede a la eliminación del pegamento sobrante con una lija fina, aprovechando para corregir cualquier imperfección y siempre teniendo cuidado de no deteriorar las fibras de potencia que se encuentran en la parte exterior de cada cara y respetando las aristas de las caras porque se podría limar el exterior de formato hexagonal por otro más redondeado, anulando todo el trabajo realizado hasta el momento.

Posteriormente aplica varias capas de barniz por inmersión, lijando bien entre capa y capa para conservar el formato de la caña.

Anillado

Una vez colocado el portacarretes, la empuñadura y las virolas o enchufes (los hay a la venta y ahora son fáciles de conseguir, o bien los podemos construir nosotros mismos, para lo que es imprescindible hacerse con un buen torno para metal), procede a colocar las anillas.

Por último, queda la elección del color y los adornos que el propietario de la caña quiera poner en el anillado (que Suso las tunea a gusto del propietario, vaya) y con la ayuda de los tensores de hilo del anillador, le otorga la tensión adecuada al hilo, teniendo cuidado de no montar ninguna vuelta de más ni dejar espacios entre las vueltas. Una vez finalizado el anillado, última mano de barniz, con el fin de proteger el hilo, teniendo cuidado de dejarlo secar bien entre mano y mano para que luego aparezca con ese aspecto cristalino característico.

Una vez aplicado el barniz, deja el tramo en un motor giratorio hasta su completo secado con la finalidad de que no se creen gotas, grumos o imperfecciones en los anillados y la película exterior se extienda igual por todas las caras del blank.

Personalización

Una vez terminado todo el proceso y antes de dar la última mano de barniz, nuestro Maestro Artesano personaliza la caña con inserciones, el tubo y la funda. Esto otorga a la caña un carácter único.

cañas de Suso Vilar

Es imposible construir dos cañas idénticas, ya que algo vivo como el bambú, aunque provenga de la misma planta, del mismo culm, nunca será exactamente igual a otra ni se comportará de la misma manera, tanto en todo el proceso, como posteriormente en acción de pesca.

Por Miguel Piñeiro, periodista y escritor.